domingo, 14 de septiembre de 2014

Sobre la revisión de las condiciones de uso de JW.ORG

Recientemente entró en vigor una revisión de los términos y condiciones de uso del sitio jw.org. Esto ha generado considerable duda para aquellos hermanos que conocen poco o nada de asuntos legales; particularmente sobre leyes de derechos de autor (Copyright).

¿QUÉ IMPLICA DICHA RESTRICCIÓN?
Empecemos diciendo que la actualización de los términos y condiciones no tienen nada realmente nuevo; simplemente hace más específico el uso correcto o incorrecto del contenido del sitio de internet. Lo que ha considerado controversia es la cláusula que dice:

“Está prohibido: Publicar contenido de este sitio en cualquier otro sitio de Internet (ni tampoco en redes sociales ni en páginas para compartir archivos).”

Algunos hermanos llegan al extremo de pensar que no debemos ni siquiera poner enlaces (hipervículos o links) en una red social que lleve al sitio de internet. Esta cláusula NO SE REFIERE A ESO.
Las leyes sobre Copyright (derechos de copia) protegen al autor de plagio de contenido; esto es, que alguien publique algo como si fuese propiedad suya, pero en realidad, es propiedad intelectual de otra persona.

Poniéndolo sencillo: Que una persona (testigo de Jehová o no) publique en su blog un artículo, y haga creer a otros que él lo escribió, pero en realidad solo copió y pegó un artículo publicado en jw.org. Esto aplicaría en las redes sociales, a que alguien haga eso en una “Nota” en Facebook, o publique imágenes tomadas del sitio de internet y no aclare que no son propiedad suya. Esto estaría violando las leyes de derechos de autor; leyes que los usuarios de, no solo jw.org, sino de cualquier otro contenido privado, debemos respetar (eso aplica a Watchtower Library y toda otra publicación física como libros, revistas, DVD y CD publicados por la organización, y hasta artistas comerciales como cantantes, escritores, etc.)

En resumen: Si alguien desea poner un vínculo hacia un artículo de jw.org, puede hacerlo. No está violando ninguna ley de derechos de autor al hacerlo. Si alguien copia porciones pequeñas de texto de esta página, y las pega en un comentario en alguna red social (por ejemplo), y pone la fuente de donde se tomó, tampoco está violando dicha ley.

CUMPLIENDO LA LEY, SIN SER LEGALISTA
La Organización impone estas restricciones, no porque quiera restringir nuestros derechos, sino porque ella misma debe atenerse a las leyes del César mientras cumple su labor evangelizadora (Mateo 22:21). Nosotros, como cristianos, también debemos cumplir con las leyes impuestas por los gobiernos humanos, lo que implica respetar las leyes de derechos de autor (Romanos 13:1-2).

Sin embargo, jamás olvidemos la diferencia entre la honestidad y el legalismo. Son dos cosas muy distintas. Hay hermanos que llegan al extremo de criticar y regañar a otros por cosas tan simples como publicar en Facebook o Twitter un enlace que lleva a un artículo de la página de la Organización, en una interpretación errónea de los Términos de Uso de la página. Al usar esta página y procurar cumplir las leyes, jamás olvidemos lo que dijo el discípulo Santiago: “Sigan hablando de tal modo y sigan haciendo de tal modo como lo hacen los que van a ser juzgados por la ley de un pueblo libre. Porque al que no practica misericordia se le hará [su] juicio sin misericordia. La misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio” (Santiago 2:12, 13). No tenemos derecho de estar juzgando a los hermanos, ni regañándolos ni criticándolos, especialmente cuando es nuestra limitación de conocimiento en cuestiones jurídicas y legales las que han hecho que interpretemos de forma errónea un acuerdo legal. Nunca olvidemos las palabras de Cristo: “Sin embargo, si hubieran entendido qué significa esto: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’, no habrían condenado a los inculpables” (Mateo 12:7).

Que todos sigamos mostrando amor, tolerancia y honestidad al usar debidamente las provisiones que Jehová nos da para llevar a cabo nuestro ministerio.

miércoles, 24 de julio de 2013

La apostasía y sus frutos

“Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero [salieron], para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra clase” – 1 Juan 2:19

Las advertencias sobre la apostasía son repetidas, pero, ¿por qué tanto peligro? ¿Acaso nuestra fe no es lo suficientemente grande como para soportar cualquier duda? El asunto no es cuán grande es nuestra fe, sino a dónde puede llevarnos, y es por eso que debemos preocuparnos por este tema. ¿Quiénes son los apóstatas? ¿Por qué deberíamos cuidarnos para no caer en la trampa de la apostasía?

Recordemos brevemente qué es apostasía. El término griego del que se toma esa palabra significa simplemente “disensión; rebelión religiosa.” De modo que el término es apropiadamente aplicable a todo aquel que se rebela contra su religión. Por ejemplo, si alguien dejó el catolicismo y ahora se vuelve contra la Iglesia, está apostatando contra la que fue su religión. Cuando nosotros hablamos de “apóstatas”, hablamos obviamente de personas que han abandonado la congregación cristiana de los testigos de Jehová, y es de esas personas que hablaremos en este post. En realidad, no de ellos como personas, sino de los frutos que ha producido la acción de apostatar en sí misma.

Hemos de estar al tanto, también, que no todos los que abandonan la congregación cristiana llenan el cuadro de “apóstata”. Al respecto, una nota de La Atalaya del 15 de julio de 2011 dice: “Los apóstatas son las personas que desertan de la religión verdadera, abandonándola con rebeldía y renegando de ella.” Hay personas que han abandonado la congregación por diversos motivos, y quizás se encuentre débiles espiritualmente, pero esto no las hace “apóstatas”, pues no están mostrando rebeldía. Incluso hay quienes se apartan silenciosamente de la congregación, y no promueven ideas contrarias a las Escrituras. Estas personas tampoco entran en el calificativo de “apóstatas.” ¿Quiénes, entonces, son realmente apóstatas?

Podríamos resumirlo citando al apóstol Juan, quien dijo: “Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo.” (2 Juan 10). Cuando una persona se aparta de las enseñanzas de Cristo y promueve dichas enseñanzas contrarias a las Escrituras, ésta es un apóstata.

¿Qué frutos ha producido la apostasía? Muchos que han abandonado la congregación sienten libertad; libertad que no tenían en la congregación cristiana. Por ejemplo, algunos de ellos ahora sienten libertad de usar sangre o celebrar fiestas con trasfondo pagano, como los cumpleaños y la navidad. La Biblia, sin embargo, es clara en asuntos como estos cuando dice sin rodeos: “Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de […] sangre.” (Hechos 15:28, 29). También se insta: “¿Y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? […] ‘Por lo tanto, sálganse de entre ellos, y sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda’” (2 Corintios 6:16, 17).

Muchos otros incluso dejan de creer en la Biblia como Palabra Inspirada de Dios. Esto es aún mucho más grave. Pero la mayoría dicen seguir creyendo en la Biblia; sin embargo, muchos han fallado en asuntos muy fundamentales.

Jesús ordenó: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones” (Mateo 28:19). Sin embargo, estas personas se niegan a seguir el mandato de “vayan”, y dejan de buscar a las personas para predicar, y si acaso hablan de las Escrituras con alguien, esperan que las personas los busquen. El mandato de Cristo ir y predicar es, evidentemente, algo que cada cristiano debe hacer (Compare con Hechos 8: 1, 4 y Juan 4:14). De modo que, ¿los ha llevado a ser mejores cristianos? ¿Cumplen el mandato de acoger las enseñanzas de Cristo, y ellos mismos ser una fuente de la verdad bíblica que imparte conocimiento a otros? ¿Imitan a los cristianos del siglo primero que, a pesar de la persecución, iban predicando a cualquier lugar a donde iban? Los hechos hablan por sí mismos.

Muchos otros que han abandonado la congregación han expresado tajantemente que han dejado de creer que realmente vivimos en los últimos días. Sabemos que a lo largo de los años hemos tenido ideas equivocadas sobre el asunto del fin del sistema de cosas y las fechas. Hemos llegado a comprender que esto se ha debido a que no acatamos el consejo de Cristo dado a los apóstoles (cuando ellos mismos tenían expectativas equivocadas sobre cuándo se restauraría el Reino): “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción” (Hechos 1:7). Al igual que algunos discípulos de tiempos bíblicos, hemos aprendido a costa de bochornos lo importante que es dejarse guiar por Cristo y no por nuestras propias ideas; pero parece que hemos aprendido la lección y seguimos estando alerta.

Desde el siglo I, los discípulos cristianos han estado alerta de la presencia de Cristo y los eventos que conducirían al fin del sistema de cosas. El mismo último capítulo de la Biblia pone énfasis en esta promesa de Cristo: “El que da testimonio de estas cosas dice: ‘Sí; vengo pronto’. ‘¡Amén! Ven, Señor Jesús.’” (Revelación 22:20) La venida de Cristo es un evento de suma importancia para los cristianos, y estamos obligados a obedecer las palabras de Cristo: “Por lo tanto, manténganse alerta, porque no saben cuándo viene el amo de la casa, si tarde en el día o a medianoche o al canto del gallo o muy de mañana; para que, cuando él llegue de súbito, no los halle durmiendo. Pero lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta” (Marcos 13:35-37). En realidad, más que preocuparnos por cuándo viene el fin, tenemos la obligación de estar alerta pase lo que pase. No importa si el fin viene mañana, la próxima semana, en diez años o en cincuenta años; lo que cuenta es obedecer el mandato de Cristo: “Manténganse alerta.” Sin embargo, ¿se mantienen alerta los apóstatas en general? Por el contrario, la mayoría de ellos encaja, más bien, con la descripción que dio el apóstol Pedro de las personas que vivirían durante los últimos días, al decir: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron [en la muerte], todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’” (2 Pedro 3:3, 4). Entonces, preguntamos de nuevo, ¿los ha hecho mejores cristianos el dejar la congregación? ¿Qué muestran los hechos?

Cuando Jesús contrastó la actitud del esclavo fiel y discreto, quien se mantendría alerta hasta su venida, también dijo que podría suceder que un esclavo de Cristo dejara de estar alerta, pues dijo: “Mas si alguna vez aquel esclavo malo dijera en su corazón: ‘Mi amo se tarda’, y comenzara a golpear a sus coesclavos, y comiera y bebiera con los borrachos inveterados, vendrá el amo de aquel esclavo en un día que no espera y a una hora que no sabe, y lo castigará con la mayor severidad y le asignará su parte con los hipócritas. Allí es donde será [su] llanto y el crujir de [sus] dientes’” (Mateo 24:48-51). ¿No encaja a la perfección esa descripción con la actitud que tienen muchos que han abandonado la congregación? En vez de procurar ayudar, propagan por todas partes puntos negativos de la congregación, pero, ¿por qué no mejor dedican ese tiempo y energía en ayudar a otras personas a conocer a Jehová y Jesucristo? ¿Por qué se dedican tanto a atacar a los que en algún tiempo fueron sus hermanos? Muchos de ellos no solo golpean a sus coesclavos (sus ex hermanos), sino que, tal como dijo Cristo, dejan de estar alerta, pues dicen “mi amo tarda”, y lo que es peor, hay algunos que rechazan la verdad bíblica para llevar vidas disolutas.

Ciertamente, no todos los que se han alejado de la congregación encajan con las descripciones anteriores, pero, ¿le gustaría a usted llegar a ese estado de espiritualidad? ¿No le parece que es mejor seguir las enseñanzas que Cristo nos dio a través de los apóstoles, según se revelan en la Biblia? ¿No cree que es mejor que, sin importar cuándo venga el fin, sigamos alerta, obedeciendo el mandato de Jesús de llevar vidas limpias, de mantenernos alerta y de ir y predicar el Reino por todo el mundo?

Los frutos que la apostasía da son evidentes. Por el contrario, nosotros somos fieles a Jehová y a Cristo, obedeciendo sus mandatos; siempre buscando su guía bajo la constante meditación, la oración y el estudio personal. ¡Jamás permitamos que se nos desvíe de un modo de vivir que agrada a Jehová!

martes, 26 de febrero de 2013

Un excelente ejemplo de humildad. Lecciones de la lectura semanal de la Biblia

“Pero la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad.” – Marcos 5:32

¡Cuán difícil es decir “lo siento”! Puesto que todos hemos heredado la imperfección de nuestros primeros padres, actitudes como el orgullo y la arrogancia fácilmente pueden enredarnos, y para muchísimas personas es difícil reconocer que se han equivocado y pedir una disculpa.

En la lectura de esta semana encontramos un excelente ejemplo de honestidad y humildad. Analizaremos el relato de los versículos 25 a 34 del capítulo 5 de Marcos, y veremos qué lecciones extraemos de estos versículos.

¿DEJADEZ?
Hay veces en las que es fácil confundir la humildad con la dejadez. Jesús es nuestro máximo ejemplo de humildad, pues él dijo de sí mismo: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Y aunque, cuando era el momento apropiado, aceptó con humildad la voluntad de su Padre celestial, no siempre tuvo una actitud de indiferencia hacia lo que sucedía a su alrededor.

Según Marcos 5:25-29 había una mujer que padecía flujo de sangre, que había gastado todos sus recursos en médicos, pero no había logrado mejorar. Esta mujer tenía plena fe en que, si tan solo tocaba la prenda de vestir de Jesús sería sanada, y así lo hizo y fue curada de su enfermedad.

La reacción de Jesús nos enseña algo de su carácter como persona. Dicen los vv. 30-32: “Inmediatamente, también, Jesús reconoció en sí mismo que de él había salido poder, y, volviéndose entre la muchedumbre, se puso a decir: “¿Quién tocó mis prendas de vestir exteriores?”. Mas sus discípulos empezaron a decirle: “Ves la muchedumbre que te aprieta, y ¿dices tú: ‘¿Quién me tocó?’?”. Sin embargo, él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.” Jesús no quiso pasar desapercibida la acción de esta mujer y preguntó quién lo había hecho. En ocasiones anteriores Jesús había podido leer los corazones de las personas, así que lógicamente, él pudo haber sabido milagrosamente quién lo había tocado (Marcos 2:8; compare con Lucas 22:63-65). No podemos saber con exactitud por qué Jesús no decidió simplemente omitir lo sucedido; tal vez sólo quería que la persona demostrara públicamente su fe. Independientemente de cuáles hayan sido los motivos, Jesús preguntó quién lo había hecho. Los discípulos le dieron una respuesta, más no fue satisfactoria, pues el relato dice que “él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto.” ¿Qué nos enseña esto?

Hay veces en las que se dan situaciones, en la familia o la congregación, en que de una u otra forma estamos implicados. ¿Está mal querer averiguar qué está sucediendo? No siempre es así. Jesús preguntó qué había sucedido, aunque él sabía qué había pasado. Igualmente nosotros, hay veces en las que podemos preguntar qué está sucediendo, y esto no debería tomarse a mal, siempre y cuando sea un asunto que de verdad nos afecta. Si no obtenemos una respuesta satisfactoria, ¿es necesariamente malo que indaguemos más en el asunto? Si consideramos que es prudente y necesario hacerlo, Jesús nos demuestra con su ejemplo que no siempre está mal indagar en detalles. Así que ser humildes no siempre es decir “sí” a todo lo que sucede, pues hay veces en las que sí podemos y debemos ahondar en situaciones para saber la verdad. Claro está, debemos tener cuidado de no andar andorreando, chismeando y entrometiéndonos en asuntos que no nos atañen (1 Timoteo 5:13).

HUMILDAD
Podemos extraer otra lección de este corto relato. El discípulo Marcos continúa su relato diciendo: “la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad” (v. 33). Centrémonos en la frase “le dijo toda la verdad”, y veamos por qué era difícil para esta mujer hacer esto.

La ley había dicho sobre mujeres como ella: “’En cuanto a una mujer, en caso de que el flujo de su sangre estuviera manando muchos días cuando no fuera el tiempo regular de su impureza menstrual, o en caso de que tuviera flujo que durara más tiempo que su impureza menstrual, todos los días de su flujo inmundo resultarán ser como los días de su impureza menstrual. Ella es inmunda” (Levítico15:25). Dado que esta mujer era ceremonialmente inmunda, ella no debía tocar a otras personas. De hecho, Levítico 15:19 decía sobre la menstruación: “’Y en caso de que una mujer esté teniendo flujo, y su flujo en su carne resulte ser sangre, debe continuar siete días en su impureza menstrual, y cualquiera que la toque será inmundo hasta el atardecer.” ¡Cuánto más esta mujer cuyo flujo de sangre no cesaba! Ahora, si usted es mujer, póngase en el lugar de ella y pregúntese cuán difícil le sería contar su enfermedad. Según el evangelista, Jesús reconoció que esta era una “penosa enfermedad” (v. 34), así que solo el hecho de contarlo seguramente fue muy difícil.

Pero no solo eso. Esta mujer estaba violando claramente la ley. Peor aún, la estaba violando en una época en donde los fariseos habían distorsionado el sentido de la ley y aplicaban de forma dura y exagerada los mandamientos divinos. ¡Imagínese tener que reconocer que había violado la ley delante de todo el pueblo! Pero eso fue lo que hizo ella (Lucas 8:47). Imagínese qué pensaría el pueblo de ella, sus vecinos y conocidos. Quienes la habían tocado ya se habían hecho “inmundos”, y ella estaba consciente de esto. Sin embargo, se tragó su orgullo y la vergüenza y confesó su acción. Estaba muy asustada, pues Marcos dice que se acercó a Jesús “atemorizada y temblando”. A esto debemos añadirle la vergüenza de contar su problema. ¿Qué nos enseña esto?

No siempre es fácil reconocer que nos hemos equivocado, pero, ¿qué hay si de acciones o palabras hemos ofendido a alguien? ¿Sería apropiado que decidiéramos insistir en que tenemos la razón? ¿O qué tal si tratáramos de culpar a otros por lo que ha sucedido a fin de no pasar vergüenza? ¿Qué hay si nuestra reputación o hasta un nombramiento en la congregación estuviera en juego? Esta mujer, cuyo nombre desconocemos, nos da un excelente ejemplo de honestidad y humildad. Nos enseña con su conducta y palabras que, cuando hemos hecho algo, debemos ser lo suficientemente valientes para asumir nuestras responsabilidades, reconocer que hemos errado y pedir perdón, aunque esto acarree temor, vergüenza o hasta habladurías en contra nuestra por parte de otras personas.

COMPASIÓN
Jesús estaba consciente de lo penosa que había sido la enfermedad de esta mujer. Jesús pudo ser legalista y regañarla por haber desobedecido la ley y arriesgado a otras personas a hacerse inmundas, pero no lo hizo. Más bien le dijo: “Hija, tu fe te ha devuelto la salud. Ve en paz, y queda sana de tu penosa enfermedad” (v. 34). Imagínese lo tranquilizadoras que fueron esas palabras tras el bochorno que seguramente ella pasó. No solo había sido sanada milagrosamente, sino que el mismo hijo de Dios decidió pasar por alto el hecho de que ella había desobedecido la ley que su Padre le había dado a Moisés, y que esta ley aún estaba vigente en ese momento.

Tratemos de unir las piezas de lo dicho en los párrafos anteriores en una situación hipotética: Alguien ha hablado mal de usted o le ha ofendido de otra forma. Usted quiere saber qué sucedió, quién lo hizo y por qué lo hizo. Aunque lo mejor es simplemente pasar por alto el mal y usted está consciente de ello, no puede dejar de pensar en la situación, así que recuerda que Jesús en este relato decidió indagar en lo sucedido, y no dejó la situación sin hacer nada, de modo que toma a pecho las palabras de Jesús cuando dijo: “si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas” (Mateo 18:15). Claro está, que usted quiere saber los detalles de la situación, porque usted está implicado. Sería improcedente que actuara de esa forma si el pecado no ha sido contra usted, o es un asunto en lo que realmente no debe meterse.

Ahora bien, imagine que va con su hermano que ha pecado contra usted. Tomemos en cuenta que para casi cualquier persona es difícil reconocer sus errores y pedir disculpas, pero el hermano que lo ha ofendido, con pena, reconoce que sí se ha equivocado y le pide disculpas por lo sucedido. ¿Cuál debería ser la actitud del ofendido? ¿Aprovechará para echarle en cara la situación, hacer sentir mal al ofensor y tal vez, hasta humillarlo por lo que hizo? No es eso lo que Jesús hizo con la mujer. Él pudo haberla reprendido por haber violado la ley mosaica, pero pasó por alto esa acción y vio lo bueno en la mujer: su fe en él. Lo mismo debemos hacer nosotros si alguien que nos ha ofendido nos pide disculpas: no debemos ser duros ni legalistas, sino “humildes de corazón” al igual que Cristo, reconocer que nosotros también hemos ofendido a otros, y ver lo bueno en la persona que se disculpa: su humildad y honestidad.

Por otro lado nos enseña que siempre se espera que si nos hemos equivocado, reconozcamos nuestros errores, y sin importar qué esté en juego, asumamos nuestra responsabilidad, reconozcamos nuestra falla y pidamos disculpas. ¿Verdad que podemos extraer valiosas lecciones de tan pocos versículos?

viernes, 8 de febrero de 2013

La confesión… ¿a quién?

“Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error.” — Salmo 32:5

¿Hay algo más penoso que admitir que uno se ha equivocado? Para muchas personas es difícil admitir sus errores, y el bochorno puede aumentar si se tienen que admitir delante de otras personas que realizarán un juicio.

En el pasado tratamos el tema de la confesión, en el post: “¿Es necesario confesar los pecados a los ancianos?”. Desde que se publicó esa entrada se han recibido decenas de comentarios y correos privados preguntando sobre ese tema específico. Quizás parte de la confusión se debió a la afirmación “es necesario llamar a los ancianos para obtener perdón de Jehová.” Debido a todos esos comentarios se analizó con mayor detenimiento la información proveniente de la Organización y los textos bíblicos aplicables, tratando de ver dicha información de forma imparcial y sin dogmatismos. Le animamos a leer con detenimiento la sección Preguntas de los lectores de La Atalaya del 1 de junio de 2001 en donde se analiza con detenimiento esta cuestión.

Durante la semana del 14 de enero del presente año analizamos en congregación el artículo “¿Qué significa para usted el perdón de Jehová?” (De La Atalaya del 15 de noviembre de 2012). En el párrafo 10 se daban los pasos necesarios para obtener el perdón de pecados: Tener un espíritu perdonador, confesar nuestros pecados delante de Jehová y cambiar de actitud hacia el pecado. ¿Por qué no se mencionó allí la confesión a los ancianos como algo esencial para obtener perdón de pecados? La respuesta la hallamos en el párrafo 17 en donde se nos anima a que, si hemos pecado gravemente, debemos buscar la ayuda amorosa de los ancianos. ¿Qué significa esto? Tal como La Atalaya del 1 de junio de 2001 explica, la confesión a los ancianos es parte de un programa de ayuda espiritual que Jehová ha puesto. De hecho, al analizar con detenimiento toda la información concerniente al tema de la confesión provista por la Organización nos daremos cuenta que esta se pone siempre en un plano de ayuda para la recuperación del pecador, más no como una forma de obtener el perdón de nuestros pecados, ¿por qué? Veamos qué nos enseña la Biblia.

Es necesario que reconozcamos que la ley mosaica nos ayuda a ver el punto de vista divino sobre los pecados, sin embargo, ya no rige nuestra vida. Por lo tanto, nos concentraremos en lo que las Escrituras Griegas Cristianas tienen que decirnos sobre el sistema judicial.

¿Tenía autoridad la congregación para juzgar casos de pecados? La respuesta es sí. Cuando se trató un pecado de fornicación crasa en la congregación de Corinto el apóstol Pablo preguntó: “¿No juzgan ustedes a los de adentro, mientras Dios juzga a los de afuera?” (1 Corintios 5:12, 13) De modo que, como en el caso del hombre mencionado en 1 Corintios 5, cuando hay una influencia que corrompe a la congregación cristiana, la congregación tiene derecho de juzgar y expulsar a la mala influencia, a fin de preservar la espiritualidad de los hermanos.

¿Qué pasa, entonces, cuando una persona ha cometido un pecado pero se ha arrepentido de corazón? ¿Debe acudir a los ancianos buscando obtener el perdón de los pecados? La respuesta es no. A menudo citamos Santiago 5:14 como apoyo a nuestra idea de que debemos llamar a los ancianos cuando hemos cometido pecados graves. Hallamos un detalle interesante en el libro Comentario de la carta de Santiago, que al comentar este versículo dice que la frase “¿Hay alguno enfermo entre ustedes?” se refiere a “la debilidad o enfermedad espiritual, sea del tipo que sea y de cualquier causa.” La mayoría de veces que utilizamos este versículo lo usamos con conexión directa a cometer pecados graves y confesión, como si el discípulo Santiago se hubiera referido a ese problema en específico, pero un análisis detallado y contextual nos revela que el discípulo en realidad hace referencia a cualquier cosa que puede causarnos enfermedad espiritual. Obviamente, cuando alguien comete un pecado grave es porque ha estado enfermo espiritualmente, pues si hubiera estado sano no hubiera pecado. El punto que se desea resaltar es este: cuando en Santiago 5:14 se habla de llamar a los ancianos, en realidad no se está diciendo que el recibir perdón de nuestros pecados depende de que les confesemos nuestros pecados o no a otros hombres.

En realidad, el Salmo 32:5 deja claro que los pecados deben confesarse a Jehová si queremos recibir perdón.

Jehová, en su gran misericordia y justicia envió a su hijo Jesucristo para que diera su vida por nosotros, pagara un rescate, y así pudieran pagarse nuestros pecados. Tal como dice el apóstol Juan: “él es un sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, pero no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Juan 2:2) De modo que si obtenemos perdón de pecados es únicamente porque Jesucristo murió por nosotros, y él intercede a favor nuestro delante de su Padre (1 Juan 2:1; 1 Timoteo 2:5). Decir que el perdón de nuestros pecados depende de que confesemos nuestro error a otros humanos es, en realidad, restarle valor a nuestra propia relación personal con Jehová y al sacrificio de su hijo Jesucristo, como si este no fuese suficiente para pagar nuestros pecados.

Tal como decía La Atalaya del 15 de noviembre de 2012, para obtener perdón de pecados es importante confesar nuestros errores a Jehová, arrepentirnos y volvernos de nuestro mal proceder. De eso depende si seremos perdonados o no. Claro está, que la confesión a los ancianos bien puede ser una demostración evidente de nuestro arrepentimiento, pues revelará que no somos descarados ni que llevamos una doble vida. O también pudiera ser que nos sentimos tan mal que nos es imposible siquiera orar a Dios para pedirle su perdón. De modo que con lo anterior no estamos restándole importancia a la ayuda que los ancianos pueden ofrecer.

Solo que debemos aprender a no ser dogmáticos en cuanto a asuntos que las Escrituras no delinean con claridad, y en este caso, apegarnos a lo que ellas sí dicen: Que el perdón es algo que Jehová puede conceder al pecador arrepentido, basándose en el sacrificio de Cristo, y que los ancianos pueden dar ayuda para recuperar fortaleza espiritual. No es que los ancianos tengan funciones casi sacerdotales o que sean intermediarios entre Dios y nosotros. Más bien, es que ellos pueden darnos consejos sabios que nos ayudarán a no volver a caer en un proceder que pueda llevarnos a la desaprobación de Dios.

Jamás rechacemos la ayuda y guía que Jehová nos da en su Palabra Inspirada, y siempre aceptemos de buena gana los consejos basados en las Escrituras que nos den hermanos maduros de nuestra congregación.

Become Jehovah's Friend (Hazte amigo de Jehová). Cánticos 106 y 120 en formato MP3.


Durante el último discurso del día sábado de nuestra pasada asamblea de distrito "Protejamos el corazón", todos nos conmovimos al escuchar la grabación de un coro de niños cantando el cántico 120 "Jehová bendice al que escucha y obedece".

Dichas grabaciones se pueden obtener en formato de video con imágenes caricaturizadas, hasta ahora, de los personajes Caleb y Sofía y su familia, lo que capta la atención de los más pequeños.

Pero a muchos adultos también les gusta escuchar estas grabaciones. Por eso, a continuación hacemos disponible en formato MP3 los dos cánticos EN INGLÉS que han sido publicados hasta este mes. Los cánticos 106 Gaining Jehovah's Friendiship (La amistad con Jehová) y Listen, Obey and Be Blessed (Jehová bendice al que escucha y obedece).


martes, 18 de diciembre de 2012

“Protejamos el corazón”. Resumen del programa de la Asamblea de Distrito 2012. Parte 3.

“Sírvele [a Jehová] con corazón completo” — 1 Crónicas 28:9

Parece que los dos días anteriores pasaron muy rápido. Los hermanos estaban emocionados con las nuevas publicaciones presentadas, y esperaban con ansias el último día del programa basado en 1 Crónicas 28:9.

La sesión inició con una serie de discursos de nueve partes titulada Sigamos el ejemplo de aquellos que sirvieron a Jehová con todo el corazón. Del ejemplo de Ana se destacó que, a pesar de los problemas que tengamos, es posible servir con gozo a Jehová. Que debemos abrirle nuestro corazón en oración, y que, aun cuando otras personas nos tratan de forma desconsiderada, incluso cuando estos llevan puestos de responsabilidad, podemos mostrar respeto en nuestra forma de responder (1 Samuel 1:14-18). El siguiente discurso se centró en el hijo de Ana, Samuel, quien sirvió en el templo desde su niñez en una época difícil y rodeado de la mala influencia de los hijos del sumo sacerdote Elí, pero a pesar de eso, Samuel permaneció fiel a Dios (1 Samuel 2:12, 21, 26).  Abigaíl, la esposa de Nabal, respetó el don divino del matrimonio a pesar de estar casada con un hombre que ‘no servía para nada’. Fue una mujer muy discreta, y consideró un honor servir junto al “ungido de Jehová”, el rey David (1 Samuel 25:30-37). Elías fue un hombre de gran fe y constante oración. Tras un tiempo de sequía fue capaz de decir que ‘podía escuchar el sonido de la lluvia’, pues estaba tan seguro de que Jehová realmente haría llover (1 Reyes 18:42). Se mantuvo alerta, y una pequeña nube fue suficiente para creer en la promesa divina (1 Reyes 18:44). Al igual que él, nosotros nos mantenemos alerta y hasta la más pequeña señal fortalece nuestra fe en él y sus promesas. Aunque muchos no verían a Jonás como un ejemplo de obediencia, sí podremos aprender mucho de él como una persona que sirvió a Jehová de corazón completo. Primero, huyó de su asignación de advertir a los ninivitas de la destrucción que se avecinaba, y luego de regresar y, en efecto, hacerlo, se enojó porque Jehová mostró misericordia a esta nación (Jonás 3:4-6; 4:1). Sin embargo, aprendió la lección y corrigió de sus errores, ¿cómo lo sabemos? Porque aún después de estos eventos, Jehová lo inspiró con espíritu santo para escribir el libro bíblico que lleva su nombre. María, la madre de Jesús, fue una mujer humilde y obediente (Lucas 1:38). A pesar de que era soltera, no se puso a pensar en las habladurías de las personas; no esperaba que la gente entendiera su situación. También buscó el apoyo de Elizabeth, su pariente, quien era mayor y también había quedado encita por obra divina. Además, sabemos que María conocía muy bien los escritos inspirados, pues en la canción que compuso y se registra en Lucas 1:46-54 encontramos muchas expresiones prestadas de distintas partes de las Escrituras. No sólo eso, María vivía según los estándares morales de los escritos inspirados, pues permaneció virgen hasta el matrimonio (Lucas 1:34). Marta, la hermana de Lázaro, fue un gran ejemplo de hospitalidad. Con sus acciones demostró gran fe en Jesús, ya que cuando Lázaro enfermó, lo mandó a llamar, seguramente con la confianza en que Jesús lo sanaría. Cuando Lázaro murió, Marta expresó su gran fe enla esperanza de la resurrección (Juan 11:25-27). ¿Somos hospitalarios como ella? ¿Demostramos fe en las promesas divinas? La serie de discursos concluyó con el ejemplo del apóstol Pedro. Fue especialmente animador para todos aquellos que han cometido serios errores en su pasado. Pedro negó a Jesucristo ¡tres veces! Su arrepentimiento fue sincero, pues el registro bíblico indica que lloró amargamente. Sin embargo, eso no lo desanimó. Según Lucas 24:33, aun después de haberle fallado a su Amo, se reunió con los demás apóstoles y discípulos de Cristo.

Apropiadamente se entonó el cántico 61, ¿Qué clase de persona debo ser? Que nos ayudó a meditar si estamos viviendo según los estándares bíblicos, y procurando ser la clase de personas que Jehová desea que seamos.

El discurso público, “Las cosas anteriores no […] subirán al corazón”, basado en Isaías 65:13, 14, 17-19 y 21-23. La profecía de crear “nuevos cielos” y una “nueva tierra” tuvo un cumplimento en la Jerusalén tras la repatriación de los judíos en el año 537 a.E.C. Los “nuevos cielos” fue un nuevo gobierno bajo el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué. La “nueva tierra” fue el grupo de judíos repatriados. Pero esta profecía tiene un cumplimiento de mayor alcance. En 2 Pedro 3:13 se promete: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar.” Cuando esta profecía se cumpla disfrutaremos de paz y justicia bajo los “nuevos cielos”, es decir, la gobernación de Jesucristo en el poder del Reino. Se cumplirá a cabalidad la promesa de Isaías 65:13, 14 y 21-23 en donde se promete bienestar de corazón, abundancia de alimento para todos y hogares dignos. Sin duda todos esperamos con ansias la llegada del Reino a la tierra.

Le siguió el Resumen de La Atalaya para esa semana, y la sesión finalizó con el cántico 134 ¿Te ves en el nuevo mundo?, muy relacionado con el discurso público.

La sesión de la tarde inició con el cántico 73, Amémonos de todo corazón. Fue muy apropiado, pues en parte nos recuerda que “El amor no debe ser mucho desear y poco hacer.” Durante la parte que seguiría quedaría claro cómo aplicar dicho principio de forma práctica.

La representación dramática ¿Qué es el amor verdadero? Dio lecciones importantes tanto a solteros como  casados. Relató la historia de dos jovencitas cristianas. Una terminó casándose con un chico popular y guapo, publicador no bautizado aficionados a los deportes y muy inmaduro, y la otra chica se casó con un joven espiritual de la congregación. Diez años después la primera chica estaba al borde de romper su matrimonio, mientras que, en contraste, la otra pareja servía de tiempo completo tras su graduación de la Escuela para Matrimonios Cristianos. Encerró valiosas lecciones sobre la elección del cónyuge y cómo aplicar el consejo de Proverbios 22:3 que dice: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena.” Pero también dio importantes lecciones a los casados sobre cómo resolver problemas. Recordó la importancia de las palabras de 1 Juan 4:8 que dice: “El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.” Se demostró que el amor verdadero no tiene relación con lo físico, sino con lo interior, que este aprende a soportar los defectos del cónyuge. Que no se centra únicamente en recibir, sino principalmente en dar. Al mismo tiempo reafirmó la postura de la congregación cristiana sobre el tema del divorcio: Este no es una opción si no existe base bíblica, pues, como dice el cántico 36 Lo que Dios ha unido, que se cantó justo después del drama, la promesa de amar al cónyuge se hace delante de Jehová, y no es un compromiso puramente humano.

El discurso final se tituló Nunca permitamos que se aterrorice nuestro corazón. Durante toda la serie de discursos de la mañana se nos invitó a usar la imaginación y visualizar las situaciones de los personajes bíblicos que se analizarían. Sin embargo, la imaginación también puede afectarnos de forma negativa. Si la usamos para imaginarnos lo peor que podría ocurrirnos, y quizás son cosas que nunca ocurrirán realmente. Podríamos “aterrorizarnos” en asuntos como la salud, los negocios o los asuntos del futuro. En este caso es de suma importancia que sigamos el consejo de Jesús registrado en Mateo  6:34 que dice: “Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad.” Al igual que en los días del profeta Eliseo, hoy podemos confiar en las palabras de 2 Reyes 6:16: “Pero él dijo: ‘No tengas miedo, porque hay más que están con nosotros que los que están con ellos’”. Contamos con el apoyo de Jehová Dios y su hijo Jesucristo, los ángeles, los cristianos ungidos que ya han resucitado, el “esclavo fiel y discreto” y nuestra hermandad mundial. ¿Tenemos razones para sentirnos aterrorizados? Pero para no aterrorizarnos necesitamos cultivar fe firme pues la falta de fe está vinculada con el miedo (Mateo 8:26). Como ayuda para cultivar esta cualidad se presentó una nueva película en formato DVD titulada Andamos por fe, no por vista. Relata con exactitud los eventos ocurridos entre el año 66 y 70 E.C. durante la conquista de Jerusalén por los romanos, el cumplimiento de la profecía de Jesús y las situaciones que seguramente tuvieron que vivir los cristianos para huir de la ciudad, en obediencia del mandato de Cristo. La otra cualidad necesaria para no aterrorizarnos es la esperanza, pues nos permite ver más allá de nuestros problemas. En donde hay fe, hay valentía (Salmo 27:14). La paz divina es como un antídoto contra el veneno, y la obtenemos cuando la pedimos en nuestras oraciones. Finalmente, necesitamos sentir amor por Jehová y su voluntad, pues esto evitará que sintamos miedo. Jehová y Jesucristo son los ejemplos máximos de mostrar amor, así que imitémoslos.

Estos fueron tres días de educación bíblica intensiva. Nos ayudaron a analizar el estado de nuestro corazón y a prevenir futuros problemas con este. Con toda esta información en mente los asistentes regresaron a sus hogares dispuestos a continuar con la obra que Jehová nos ha encomendado y a vivir a la altura de sus justas normas.

domingo, 16 de diciembre de 2012

“Protejamos el corazón”. Resumen del programa de la Asamblea de Distrito 2012. Parte 2

"De la abundancia del corazón habla la boca” — Mateo 12:34


La mayoría de asistentes ya habían ojeado los nuevos folletos, presentados el día anterior, pero la pregunta permanecía, ¿cómo los usaríamos en nuestro ministerio? Esta pregunta se respondió en las dos intervenciones de la serie Motivemos a las personas de buen corazón a amar a… Durante la primera parte, su Padre espiritual, Jehová se mostró a través de una demostración cómo se usará el folleto Buenas noticias de parte de Dios para iniciar estudios bíblicos. Una de las características de este folleto es que no está hecho para que las personas lo lean por sí solas, sino que está hecho para que sea analizado con la ayuda de un publicador. La persona podrá elegir uno de los 14 temas, escoger una pregunta de ese tema y analizarlo con el párrafo y las citas bíblicas dadas. La segunda parte de esta serie nos ayudó a aprender más del folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? Y cómo este ayudará a los estudiantes que aún no han progresado a amar a su madre espiritual, la organización de Dios. Se mostraron sus características y cómo analizar en pocos minutos una lección tras el estudio formal.


La siguiente serie de discursos se tituló Protejamos el corazón contra “las obras de la carne”, basado en Gálatas 5:19-21. Se explicó que “las obras de la carne son manifiestas”, porque ponen en evidencia deseos ocultos de nuestro corazón. La primera parte trató sobre la Fornicación, inmundicia y conducta desvergonzada y advirtió que para proteger nuestro corazón de estas obras debemos cuidarnos del flirteo, la pornografía y la opinión liberal que el mundo tiene sobre la homosexualidad. Con dos escenificaciones se animó a todas las personas casadas a analizar si han protegido su corazón o no del adulterio. Se recordó que el hábito de ver pornografía constituye “inmundicia” y “conducta relajada” (o desvergonzada) y que tal costumbre podría llevar a alguien a ser expulsado de la congregación, y se recalcó que las personas con tendencias homosexuales no están obligadas a obedecer los deseos de la carne, sino que Jehová nos ha concedido a todos la dignidad de usar nuestro libre albedrío, y que, al igual que cristianos de la antigua Corinto, un homosexual puede limpiar su vida delante de Dios (1 Corintios 6:9-11). Se recalcó: “Nosotros no odiamos a los homosexuales”, pero tampoco aprobamos su estilo de vida. En la parte sobre la Idolatría y práctica de espiritismo se explicó que no hace falta inclinarse a adorar un dios falso para caer en idolatría, basta con que tengamos la actitud del “yo primero” y desplacemos a Jehová en nuestra vida (Filipenses 3:19). También, al comparar nuestro corazón a una ciudad amurallada cuya parte más débil son las puertas, se declaró que nuestro corazón tiene “puertas de entrada y de salida”, y que podríamos dejar tales puertas vulnerables a los ataques de los demonios al demostrar interés en entretenimiento que envuelve brujería, demonismo, vampirismo, adivinación y toda practica sobrenatural. Se nos animó a preguntarnos, ¿demuestra el entretenimiento que escojo que de verdad ‘odio lo que es malo’? (Salmo 97:10). Las siguientes dos partes nos advirtieron sobre las Enemistades y envidias y las Borracheras, diversiones estrepitosas y cosas semejantes. En estos discursos se dio una advertencia contra el chisme y el habla ociosa contra los hermanos, pues esta pondría de manifiesto lo que tenemos dentro de nuestro corazón, y que nuestras diversiones podrían hacer tropezar a otros y hacer que hablaran mal de la congregación (2 Pedro 2:2).

El fortalecedor discurso ¿En qué sentido es Dios “mayor que nuestro corazón”? se basó en 1 Juan 3:19, 20. Nos mostró cómo según el Salmo 38 nuestro corazón puede ser un juez injusto e ingrato, y condenarnos exageradamente por nuestros errores, pero que los caminos de Jehová son más altos que los de nuestro corazón, y que nuestro corazón quebrantado no pasa desapercibido, sino que nos ve con compasión (Salmo 51:17). Jehová puede escudriñar nuestro corazón, pero él no busca lo malo en nosotros, sino nuestros deseos de hacer lo que es correcto. Es más, Jehová toma en cuenta factores como el ambiente que nos rodea y nuestro código genético para entender nuestras tendencias humanas imperfectas, y por lo tanto, no nos juzga con severidad. Sin embargo, hay veces que debemos esforzarnos conscientemente para asegurarnos que tenemos el perdón divino. De hecho, la palabra griega usada en 1 Juan 3:19 y que se traduce “aseguremos”, puede significar “persuadir, ganar o convencer”, de modo que debemos procurar recordarnos a nosotros mismos que Jehová es misericordioso.

Le siguió el discurso de dedicación y bautismo, Entreguen su corazón a Jehová, en el cuál se recordaron unos pasos que nos permitirán cumplir con nuestra dedicación a Dios: 1) Mantenernos cerca de la organización de Dios, 2) Apegarnos a nuestra hermandad mundial, 3) Cuidar nuestro corazón de cargarse excesivamente por los asuntos cotidianos, 4) orar de continuo y pedir espíritu santo, y 5) Confiar en que Jehová nos ayudará a soportar las pruebas.

La sesión de la tarde inició con el discurso “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón”, y mencionó que, aún en casos extremos como la muerte de un ser querido, Jehová nos da la esperanza de la resurrección para consolarnos (Salmo 34:20).También, Jehová usa 1) las buenas nuevas del Reino, 2) las reuniones cristianas y 3) la oración para confortarnos en los momentos en que más lo necesitamos.

Le siguió la serie de discursos Hagamos tal como nos hemos resuelto en nuestro corazón dividido en las seis partes: Seamos generosos, Ensanchemos nuestro amor,  Perdonémonos liberalmente, Seamos fieles a nuestro cónyuge, Esforcémonos por servir a la congregación y Cumplamos con nuestra dedicación a Dios.

Como anticipo de la última parte del programa para este día se entonó el cántico 95 Gusten y vean que Jehová es bueno. Le siguió el discurso Formas en que el servicio de tiempo completo nos protege el corazón. Se explicó que, tal como físicamente es imposible tener los ojos puestos en dos cosas opuestas al mismo tiempo, así lo es en sentido espiritual, por lo tanto, ¿en qué centraremos nuestra visión? Para mantener fijos los ojos en asuntos espirituales es vital la lectura de la Biblia, la asistencia a las reuniones y participar en la obra de predicar. Si emprendemos el servicio de tiempo completo obtendremos al menos cuatro beneficios para nuestro corazón espiritual: 1) Al predicar recibimos espíritu santo de Dios, 2) Nuestra mente se mantiene ocupada, 3) Nuestras oraciones constantes vigorizarán nuestro corazón y 4), al hablar de la verdad bíblica, esas verdades se arraigarán con mayor profundidad en nuestro corazón.

En el discurso Escucha a quienes te aman de todo corazón se mostró cómo encontrar amigos verdaderos y cómo distinguir a esos ‘compañeros que aman en todo tiempo’ (Proverbios 17:17). Se nos animó a prestar especial atención a los consejos bíblicos y no dejarnos llevar por la filosofía humana a fin de no ser “aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de las tretas de los hombres” (Efesios 4:14). Se dio razones de peso por las cuáles escuchar a nuestros padres, hermanos mayores y amigos verdaderos. Luego de mostrarse características de los amigos verdaderos, se nos animó a preguntarnos, “¿Demuestro yo esas características y soy un buen amigo?”

Luego la parte ¡Disfruta de tu juventud! Nos ayudó a ver con mayor equilibrio nuestras metas materiales. Según Eclesiastés 11:9-10 todos podemos disfrutar de la vida, pero debemos recordar que tendremos que entregar cuentas por nuestras acciones. Lo primordial en nuestra vida será acordarnos de nuestro Creador en nuestra juventud (Eclesiastés 12:1), y sólo así seremos realmente felices.


El último discurso se dirigió especialmente a los padres. Se tituló Inculque la Palabra de Dios en el corazón de sus pequeños, basado en Deuteronomio 6:4-7 y 31:12. A la nación de Israel Jehová no les dio opción sobre la educación espiritual de sus hijos. Les ordenó con insistencia que debían inculcar la ley en sus pequeños. Pero para que esta se grabara en sus hijos, primero debía estar en el propio corazón de los padres. Aunque esto aumenta las posibilidades de que un hijo sirva a Jehová en su vida adulta, no lo garantiza, pero al menos se habrá salido de la responsabilidad impuesta por Jehová. Como ayuda a los padres en esta labor de inculcar fe y amor por la Palabra de Dios en los pequeños, se presentó el DVD titulado Hazte amigo de Jehová. Jehová bendice al que escucha y obedece. Este DVD es un cortometraje de 15 minutos de dibujos animados que contiene dos lecciones: Obedece a Jehová, y Obedece a tus padres. Esta es la primera parte de la serie Hazte amigo de Jehová, y fue presentado en formato DVD únicamente en estas asambleas, pues a partir del 31 de diciembre las otras lecciones se publicarán en www.jw.org. La inmensa mayoría del auditorio se conmovió al escuchar una versión coral de niños del cántico 120, y que está incluido como material extra en este DVD. Como expresó el discursante: “Todos, sin importar la edad, estamos ansiosos por llegar a casa y ver este nuevo DVD”, y así fue.




Y así terminó el segundo día de asamblea. La expectación sobre el tercer y último día se podía sentir en el ambiente. Un resumen sobre el programa del día domingo se publicará en breve.